Regaña en el momento adecuado. Justo cuando el pequeño realice la acción que queremos corregir, no podemos regañarle tiempo después pues puede que no se asocie a la conducta.
Mantén la calma y no grites. Los gritos son una forma de violencia, debemos cuidar el bienestar del niño o niña y al mismo tiempo servir de ejemplo. Es fundamental estar calmado, usar un tono suave pero firme y no mostrarnos alterados.
Cuida el bienestar emocional del pequeño: reconoce sus sentimientos, “se que lo has hecho porque estas enfadado”, “Se que esto no te gusta” etc. De esta manera el pequeño se siente comprendido y en confianza.
Expresa tus sentimientos, pero no emplees el chantaje emocional. Le puedes decir que te enfadas cuando hace determinada conducta. Le estas expresando como te sientes. Pero no hagas que se sienta mal, que sienta miedo o que se sienta culpable. Para esto evita expresiones como: “me voy a poner muy triste si…..” “no te voy a querer si…..” “no te voy a volver a llevar a ningún sitio si….”
No fomentes miedo en el niño o niña. Haz que reflexione y que comprenda lo que hace y porque no debe hacerlo. Debe entender que es mejor para él o ella. De esta forma modificara su conducta por propia iniciativa. Si por el contrario la evita por miedo a la regañina no conseguimos nuestro objetivo.
Descalifica la acción, no al niño/a. Nunca critiques al pequeño, no le digas eres malo, no aprendes, etc. Por el contrario critica la acción, por ejemplo: “gritar no está bien, porque es molesto para la gente, no debemos gritar”
No compares con otros niños o niñas. Cada niño o niña es único, al compararle le etiquetamos en un modo concreto de actuar, diferente al de otros. Esto hace que el pequeño se auto perciba de esta manera y no evolucione en su conducta.
Razona con el niño para que lo entienda, nunca digas porque si, porque lo digo yo y punto. Haz que reflexione y que comprenda.
No abuses de las regañinas y no las emplees como desahogo emocional. Para ser efectivas han de producirse por una causa específica. No podemos reñir a los pequeños por todo o usarlas cuando estemos de mal humor. Si lo hacemos así perderán fuerza cuando realmente necesitemos emplearlas.
Se constante y coherente. Si regañas al niño por algo, hazlo siempre que ocurra eso. No puedes pasarlo cuando te parezca y otras veces regañarle, porque no entenderá que es lo que esperamos que haga.